Las franquicias inmobiliarias se recuperan paulatinamente después de haber perdido una gran cuota de mercado durante la crisis. Este crecimiento se hace patente por los datos que se desprenden de las últimas estadísticas, así como en el incremento de las contrataciones de personal.
A pesar de que numerosas enseñas desaparecieron tras la crisis, muchas de ellas han sobrevivido y han reforzado sus unidades franquiciadas. Por otro lado, aparecen nuevos operadores que se consolidan en el mercado y prevén elevados beneficios y cuentan con ambiciosos planes de implantación.
El sector de las franquicias inmobiliarias está por tanto en plena recuperación y con positivas perspectivas de crecimiento gracias a distintos factores clave como el lanzamiento de servicios que complementan las clásicas gestiones inmobiliarias, ya sea mediante asesoramiento legal o financiero y también potenciando la imagen de marca. Con todo esto se pretende ofertar un servicio más personalizado e integral.
Actualmente, el emprendedor interesado en las franquicias inmobiliarias tiene diversas opciones que se evidencian, principalmente, en el tipo de inversión a realizar para la puesta en marcha de un negocio de este tipo y el perfil de público al que se dirige.
Por un lado, existe un pequeño número de agencias inmobiliarias cuya inversión media se sitúa por encima de los 120.000 €. Su público objetivo son rentas de alto nivel y el volumen de facturación anual de cada una de estas oficinas está por encima de los 400.000 € anuales.
Sin embargo, el núcleo de mayor implantación de oficinas franquiciadas en su conjunto corresponde a aquellas cuya apertura supone un desembolso entre los 40.000 y los 60.000 €. Se dirigen a un amplio segmento de clientes y su facturación media se sitúa alrededor de los 150.000 € anuales.
Por último, se encuentra un amplio número de enseñas cuya inversión es muy inferior y oscila entre pequeñas cantidades en concepto de licencia de marca y un máximo de 20.000 € en la inversión inicial a realizar.
